Vemos vistas aéreas de las enormes autopistas que ya teníamos en ese entonces, y que no se veían en muchos otros países. Además de los hoteles que a los turistas les encantaba visitar, ya que eran de los mejores del mundo tanto en su trato al cliente como en sus estructuras físicas.
Nuestra ciudad rodeada por el Ávila era la envidia del mundo. Aquí contábamos con las mejores vías de comunicación, la arquitectura más avanzada de la época, además de la cercanía con el mar y la montaña con la que contamos los que tuvimos la suerte de vivir allí.
La vida nocturna era muy especial, ya que las luces de neón coloreaban las principales calles de la ciudad y junto a la alegría innata de los venezolanos, convertían a esta ciudad en una de las más divertidas del mundo.
Contábamos con obras maestras que se mantenían en los mejores cuidados para que los que nos visitaran se llevasen siempre la mejor impresión. Durante años, miles de personas que venían por turismo decidían quedarse e instalar aquí sus negocios, sus oficinas y además vivir en el mejor clima que podían conseguir e el mundo entero a 900 metros sobre el nivel del mar, pero a 15 minutos de la playa o a 5 minutos de la montaña. Un verdadero paraíso que existió en 1964.
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